Nací donde no existen los Otoños y cuando los conocí en persona nunca los entendí muy bien... Ver los árboles “morir”? Pensé, que deprimente!
Decir adios al Verano y el sol y la playa? Ni hablar!
Que feo! Todo se empieza a poner frío...
Pero mientras más vueltas le doy al sol, empiezo a entender y aprender, a observar sin criticar, ni detestar, a tratar de aceptar y dejar fluir... a finalmente disfrutar cada momento en la vida, incluso los momentos difíciles; el Otoño me recuerda que los cambios son buenos y que a veces es mejor dejar morir para luego renovarse, que todo tiene su momento y que la perfección no existe, pero sí se puede ser feliz en lo imperfecto, en lo difícil y que es justo ahí cuando uno crece, cuando cambiamos, cuando valoramos y cuando renacemos.
En mi corta vida he vivido ya varios Otoños y el más duro de los Inviernos al estar lejos de mi familia adorada, pero en mi corazón sigue aún viva una “Eterna Primavera” que ni el más cruel y fatal hielo ha podido enfriar, y no pienso, a éstas alturas, cambiar.
Así que aquí estamos Otoño, juntos denuevo, pasándola bonito, tomándonos fotitos con los coloridos árboles, saltando entre las hojas que han caído, comiendo caramelos por Halloween mientras esperamos a tu “malvado hermano mayor”: El Invierno, dile que venga no’ más..., dile que ya no le tengo miedo, recuérdale que allá por el 2002, cuando caminaba 2 horas para ir a trabajar en la nieve, me hizo llorar, me hizo sentir miserable y asustada, pero ahora, ahora ya no camino en la nieve para ir a trabajar, AHORA CORRO EN LA NIEVE! Corro, pero para ir a jugar!
Jugar con mis hijas, con mi perra, con mis amigas... Ahora salto de emoción en el frío invierno y hago muñecos de nieve, porque ya no me asusta, ya no me molesta; ahora al Invierno también lo aprendí a disfrutar... tengo mis medias y guantes de lana peruana, tengo mate de coca y me voy a mandar traer colchas de Arequipa.
Así que dile que venga, aquí lo espero, como cada época en mi vida, buena o mala, me he propuesto que ésta sonrisa mía, mi paz y mi alegría debe combinar en cada estación.
Natalia